Un joven de Nueva Zelanda ha llevado adelante un interesante
experimento para comprobar, en primera persona, los verdaderos efectos de la
comida rápida en la salud.
Se trata de Jack Townend, un adolescente de sólo 18 años que
en 2015 decidió comenzar a alimentarse diariamente con McDonald’s,
y aunque muchos creen que esto lo ha llevado a enfermarse, el joven asegura que
su salud no ha variado en nada.
Incluso, y contra todo pronóstico, Jack ha perdido 7 kg desde que empezó
con este hábito.
Según recoge el periódico británico Daily Mail, varias personas le han comentado que su apariencia luce como la de
alguien que tiene cáncer, pero él se defiende argumentando que siempre ha sido
pálido debido a que es colorín.
Jack ha gastado más de 4 mil dólares neozelandeses en hamburguesas
grandes con extra-queso, la misma orden que pide de forma diaria.
“El hábito comenzó cuando conseguí un trabajo, y me di cuenta ‘puedo
pagar esto’. Antes era a veces pero ahora compró más y más seguido”,
explicó el estudiante de fotografía.
“Sé que he gastado mucho dinero, eso hizo que me diera cuenta que tengo
algo así como un problema. Pero puedo dejarlo cuando quiera, entonces no es una
adicción”, comentó.
El joven, vive en Palmerston North, la segunda ciudad no costera más
grande de Nueva Zelanda, se alimenta con el grasoso producto, en promedio,
entre 6 a 7 veces semanales, e incluso reconoció que en algunas
ocasiones come dos al día.
“Cuando era niño, mis padres rara
vez me compraban comida rápida, era como un lujo”, sentenció.
Junto con asegurar que no tiene ningún problema de salud, añade que el
local es rápido y eficiente, ideal para quienes no tienen mucho tiempo.
Respecto a los nulos efectos negativos que, según él, ha tenido la
comida rápida en su organismo, sostuvo que se debe a su rápido
metabolismo.
¿Cuánto tiempo continuará con esta dieta? Sólo depende de él, y de su
salud, por cierto.
Este caso se asemeja al de Morgan Spurlock, un cineasta que
en 2004 se hizo mundialmente conocido tras grabar Super Size Me, un
documental en el que muestra su evolución tras alimentarse de McDonald’s por un
mes.
En la pieza se ve al protagonista comiendo en los restaurantes de la
cadena tres veces al día, llegando a consumir un promedio de 5000 kcal
diarias.
Sin embargo, los efectos de esta alimentación en Spurlock fueron
radicalmente diferentes a los que experimentó el joven neozelandés.
Super
Size Me
Antes del inicio del experimento, Spurlock era sano, delgado y tenía un
peso de 84,1 kg. No obstante, al pasar los 30 días subió 11,1 kg, tuvo un 13%
de aumento de masa corporal y pasó de la categoría “sano” a tener “sobrepeso”.
Pero esta alimentación no sólo tuvo consecuencias en su cuerpo, sino que
también en su salud mental, ya que experimentó serios cambios de humor,
depresión e incluso sufrió disfunción sexual.